En todo este mundo gastronómico existen muchos establecimientos en relación directa e indirecta con este rubro, y vamos conociendo muchos (restaurantes, huariques, bares, ciudades, por turismo, cruceros, etc) a lo largo de nuestra vida, no solo por el simple hecho de alimentarnos; sino también, una magia inexplicable que va más allá. Admirar esos cuadros artísticos que los chef ponen ante nuestros cinco sentidos, y disfrutarlos de la mejor manera.
Más ciertamente, muchas veces no prestamos atención que en esta vida todo tiene dos caras, en este caso también, aquella que vemos como clientes, y aquella otra que casi nunca vemos, percibimos, o nos tomamos la pequeña molestia de visitar, la cocina.
Es verdad que cada casa o restaurante es como una persona, con una personalidad propia, cada una es distinta de la otra por mas que sean del mismo rubro; pero también existen algo en la que todas van a ser siempre parecidas, la organización jerárquica, las B.P.M (Buenas Practicas de Manufactura) y la actualización y capacitación constante del personal para la creación de nuevas propuestas para el cliente.
En este mundo tan competitivo, aquellos restaurantes que no se preocupan por la actualización por el simple hecho de tener mas de tres décadas en el mercado, tienen solo un destino, morir con el cáncer culinario, llevando consigo un nombre histórico, colaboradores y hasta aveces la fama de muchos otros.
Tuve la suerte de encontrar un ejemplo, donde los principales problemas eran, la falta de lideranza, cambios, creatividad, orden, "MANIPULACIÓN de ALIMENTOS", dueños con poco o nada de interés en mudar las cosas, o simplemente la falta de fuerza para hacerlo. Y ahí estaba yo, joven, con la cabeza llena de ideas y con una pared gigante que decía indirectamente, no puedes trabajar mejor, por que pensaran que quieres algún puesto de confianza, y cada vez que intentaba algo, todo estaba mal.
Entonces decidí simplemente seguir el mismo juego, y ver los errores y tratar de no comenterlos, más lo que vi fue demasiado fuerte, salsas y cremas donde irónicamente lavaban las manos, carnes caídas y levantadas para ser usadas de nuevo, y más cosas que prefiero no recordar. Lo más anecdótico era que el mismo grupo de aquella cocina creía que lo estaba haciendo todo bien. Decidí no luchar más contra una enfermedad aparentemente sin cura.
Ahora puedo concluir, que quien no mejora con el tiempo se queda olvidado en él, y quien como profesional no crece, educa y aprende con el día a día, pasa a ser un "simple cocinero", por que chef de cocina son muy pocos. Con cada día que pasa y las personas que conocemos aprendemos más. Saber escuchar y la Humildad son nuestros mejores aliados.